Esta vez nos acompañaron también Edgar y Pablo, uno enseñó y el otro aprendió.

Después de una larga y empinada aproximación llegamos a la cabecera y vimos que el caudal era escaso, pero suficiente para que las pozas estuviesen limpias y el ambiente estuviese húmedo y verde.
Nos sorprendieron las buenas instalaciones y las placas en braille.

1 comentario:
jo, que envidia que me esta dando el ultimo dia que me quedo en casa...
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