tiempo Monzón

martes, 2 de diciembre de 2014

VIAS DEL NANO Y REBOLLÓN (V y V+)

Sábado, 1 de noviembre de 2014.

Con la excusa de ir por la mañana a chafardear la feria de ropa deportiva en Sallent y así ver si cae algo, con Lolo y Ale aprovechamos también la tarde para acercarnos a escalar a Panticosa, así tenemos el día completo.
Como es tarde y los sectores de Forronías no los controlamos, optamos por irnos a algo medio conocido en el balneario: la vía del Nano (V), que ya catamos este verano, y la Rebollón (V+), que no conocemos, pero estando equipada por Julio Benedé  (como la otra), seguro que no nos da problemas.
La vía del Nano comienza justo detrás del refugio Casa de Piedra, al lado de una gran antena y tiene el nombre grabado en la piedra. Consta de tres largos y el V lo tenemos en la salida del primer largo. El resto es muy llevadero, aunque en el segundo largo también hay un V que hay que pensar un poco para pasarlo. 
Cuando la vía termina, si seguimos los mojones hacia la izquierda, retornaremos al refugio, pero si tomamos los mojones de la derecha, en cinco minutos llegaremos a la vía Rebollón, nuestro siguiente objetivo.





Algo más mantenida en V que la otra, estamos ante una vía muy disfrutona, con cuatro largos, dos de ellos muy bonitos: el segundo con una placa vertical de V sin complicaciones, y el tercero, de V+, con buenas manos pero que tira lo suyo hacia atrás.
Terminamos justo cuando se esconde el sol, ni que lo hubiéramos calculado...
La comida resulta más bien merienda y pasa como si no hubiésemos comido nunca, puesto que son las 16:30. Y como la cena nos la hemos ganado por lo bien que hemos escalado (sin haberlo deseado me ha salido un pareado), deleitamos nuestro paladar con un risotto de trompetillas Medrano con jamón y una buena ración de tortetas caseras, todo acompañado de un toque verde, para compensar la focada, y regado de un buen tinto, como tiene que ser. Conste que no estamos un restaurante gourmet, sólo que a los invitados en casa hay que cuidarlos, que son buena gente...






miércoles, 26 de noviembre de 2014

PUNTA GÜE (1579 m)

Domingo, 23 de noviembre de 2014.


Días e incluso meses con la fecha marcada por la imposibilidad de quedar antes y...por fin llegó nuestra quedadeta bloggera. Ha costado lo suyo pero la recompensa ha sido grata, tanto que la moraleja que hemos sacado es que hay que juntarse más.
Varias y muy bonitas opciones se barajean para el evento, pero con el día tan asqueroso que dan no nos queda otra que quedarnos cerquita de donde queremos terminar comiendo a mesa puesta, así que la opción elegida es Punta Güe, que aunque sea una montañeta de tierra, a más de uno del grupo le ha costado perderse en ella y no llegar a su cima.

Quedamos a las 8:30 en Arguisal invadiendo la plaza con coches, furgonetas y perros (nada menos que cuatro): Pol, Luisa, Bizén, Sonia, Campillo, J.M, Irene, Josu, David, J.C y la menda (nos falta Elena que la gripe se ha acordado de ella).
Emprendemos la marcha por una pista, ay! no! por esta otra!, joder, qué no! que era la de antes!!, a ver si el señor guía se aclara y empezamos ya...Esto de no echar el café nos hace estar espesos, aunque quizá les haga más falta a algunos perros, que se lían a pasar por debajo de vallas y luego no saben salir. Como esto no avance, hoy no empezamos...
Definitivamente estamos en la senda, un par de saltos de altura poniendo en riesgo delicadas zonas de nuestro cuerpo y aparecen marcas blancas pintadas cada pocos metros. Resulta que esta ruta ha sido limpiada y marcada por un afanoso lugareño que se lo ha currado de lo lindo.
Sin pérdida alguna vamos siguiendo las marcas escondidas (algunas no tanto, porque hay hasta un fregadero como marca...) en el denso bosque que primero nos encaran hacia el oeste para luego enfilar la arista del monte pasando en alguna ocasión por auténticos acantilados de estratos rocosos que nos llaman mucho la atención. Es en esta última parte donde encontramos los repechones más fuertes, algunos con curiosos peldaños construídos por el afanoso lugareño para facilitarnos el paso.


Sin más dilación llegamos a la cima, donde nos recibe una gigantesca torre de vigilancia que en época veraniega un guarda le da uso. Aquí comemos un poco y disfrutamos de extraños juegos de luces hacia el horizonte.





Por consenso se decide bajar por lo que es la vía normal a esta montaña. Teníamos previsto bajar por otra ruta pero se conoce que esta cargada de cazadores y no tenemos ganas de salir en la prensa. Vamos hacia el este por senda hasta encontrar una pista, aquí decidimos hacer de las nuestras y nos liamos campo a través dirección Sorripas; en esta andadura la competición pasa a ser de salto de vallas; realmente pierdo la cuenta de la cantidad de vallas y campos que sorteamos para llegar al pueblo. 

Oturia


Garimbastera













Como tenemos la suerte de ir con gente sabia, se nos cuenta que por esta zona hubo importantes monasterios e incluso antiguos pueblos, todos ellos hoy desaparecidos, de los que tan sólo quedan algunas piedras que los intuyen.
Cuando llegamos a Sorripas, llamado así por estar debajo de las ripas arenosas que lo rodean, en la iglesia de San Andrés (s.X) parte un PR que nos lleva de nuevo a Arguisal coincidiendo en su última parte con el comienzo de nuestra ruta.
En parte de este tramo tenemos la buena suerte de toparnos con la banda de cazadores que están cosiendo el monte y unos con mejores caras que otras nos permiten pasar porque por lo visto estamos invadiendo su monte, en fin...


Contrastando colores cuando paseamos por las ripas

Llegamos a Arguisal a la hora perfecta para irnos a la mesa. Está claro que hemos escogido bien la ruta de bajar, puesto que así hemos alargado un poco el trayecto para llegar con hambre. El gran banquete no os lo voy a describir para que no babeéis mientras leéis este pequeño relato, sólo deciros que Senegüe nunca defrauda nuestros paladares y que la cita gastronómica resultó tan memorable que ya estamos pensando en la siguiente.
Si queréis el track, aquí.

lunes, 24 de noviembre de 2014

BOSQUE DE LA PARDINA DEL SEÑOR

Domingo, 26 de octubre de 2014, cotinuando con el retraso...


Desde que estuvimos en una mesa redonda de senderismo en Sabiñánigo y nuestros amigos los políticos nos contaron que el magnífico departamento de turismo de la DGA iba promover, limpiar y señalizar un tramo de la GR-15 dada su belleza y posibilidades de la zona, se nos pusieron ganas de conocer el bosque de la Pardina del Señor.

Ya se sabe que las mejores fechas para disfrutar de los colores de estos bosques tan variados son las de otoño, así que, aprovechando que el Club Montisonense tiene esta actividad en su calendario, nos unimos al grupo, así seguro que vamos en otoño, que si no ya me veo yendo en invierno, y así vamos también acompañados.



Grupo formado por 28. Casi ná! Está claro que el otoño triunfa. El autobús nos deja en Fanlo y previo almuerzo de gigantesco panetone navideño y buñuelos caseros de manzana, bajamos casi rodando por la carretera, ya señalizada como GR-15. Hay que ir atentos del desvío a la derecha a los pocos metros para tomar así una bonita senda que no abandonaremos en muchísimo rato.
El bosque es totalmente continuo en las cinco horas que nos tiramos andando por él. Tiene zonas más derradas y sombrías y otras más abiertas que nos dejan apreciar los distintos colores en las faldas de la montaña. Se pasa al lado de la pardina que da nombre al bosquecillo en cuestión, un caserón grande con varias dependencias, entre ellas una fuente incluso las ruinas de lo que en su día fué una ermita.
Se cruzan sucesivos barranquillos, hasta hay uno que nos llama la atención por tener un salto de unos 18 metros. Miramos y remiramos pero no hay instalación para descenderlo, de todas formas...casi mejor, que si no ya me veo viniendo aquí y esto está en casa Cristo, además, a saber si el agujero en cuestión merece la pena...







Paradita para comer a media ruta y haciéndose ya un poco larga la cosa, no voy a engañar, llegamos a Buesa, fin de la ruta para el grupo porque el autobús les viene a buscar aquí, y continuación para nosotros, que decidimos tirar hasta Sarvisé (que tenemos ahí el coche) tomando el PR-118 "por cajigar" para controlar la senda que lleva a la cabecera del barranco Rival. Si es que...las ranas a lo suyo.















Pues mira por donde nos hemos colao, por lo visto la senda que va a parar a la cabecera no es la del cajigar, sino otra que hay más adelante de ésta cuando llegamos a Buesa (también marcada como PR-118), pero realmente no me arrepiento de haber ido a parar a ésta, puesto que el cajigar es una chulada y el camino baja tan vertical que cuando llegamos a Sarvisé todavía tenemos que esperar al grupo que viene en autobús porque todavía no ha llegado, vamos...que el camino es un rato rápido. Pero la espera se hace corta con una fresca cerceza que calma nuestra sed en un día tan caluroso como el de hoy.

Buesa
Camino del cajigar


Sarvisé
Y charrín charrán con unos y otros...que nos vamos bien tarde a casa! Lo de siempre: con la buena compañía nunca hay prisa.
Si queréis el track, aquí.

viernes, 21 de noviembre de 2014

MALLOS DE LECHERIN (2452 m)

Domingo, 2 de noviembre de 2014.

En la loma casi llana los picos de la Garganta de Aísa y el
Sombrero, en el centro el Lecherín y a la derecha los
Mallos de Lecherín y el Mallo Rigüelo
En compañía de Lolo, Ale y J.M nos lanzamos a subir unos picos a los que la gente no les da demasiada importancia por su poca altura y embergadura pero que a nosotros nos han llamado la atención por su formación similar a un castillo desde la primera vez que los vimos hace unos cuantos años.
Poca información encontramos en la red para hacernos una idea de donde nos vamos a meter, la verdad, pero bien equipados de hierros y cordallos, decidimos meternos al barro.
Madrugamos porque se avecina una borrasca que traerá por fin el otoño que nunca llega y a las ocho y media empezamos a andar desde el Valle de Aísa. La primera idea era realizar la ruta desde Canfranc porque nos gusta más la senda, pero al ser más largo y con más desnivel, decidimos ir por Aísa para asegurar el tiempo. Y acertamos de lleno.

En dos horas sin correr nos plantamos en el Collado de Lecherín, cruzamos hacia el otro lado (E), viendo ya a lo lejos el refugio López Huici, y recorremos la base de los mallos por una intuitiva senda que nos hace sentir minúsculos ante las enormes paredes que parecen caernos encima. Llegados a una gran pedrera empezamos a encontrar algún mojón, así que ascendemos por ella hasta llegar al inicio de las trepadas. 

Collado de Lecherín













Estamos en la vía normal de subida a los mallos, la llamada "Chimenea Faus". Con pasos de II+ llegamos a una gran grieta, que parece incluso una cueva, con un gran bloque empotrado. Aquí aseguramos un largo hasta llegar a la cima, puesto que los pasos ya son de grado III. Vamos por la izquierda de la gran grieta, y ya casi en la cima hay una buena reunión para asegurar.

Inicio de las trepadas, al final de la pedrera





Asegurando el largo casi en la cima

La cima son realmente cuatro, con un gran socavón que las separa y al que bajamos para poder ascender las diferentes cumbres, todas ellas escalando, e incluso una rapelándola para bajar. Por no mentir...nos dejamos una cima por no ver nada clara la bajada, puesto que lo suyo era rapelar y no veíamos nada para hacerlo, así que...como vista una, vistas todas, como si estuviera hecha...(o consuelo de tontos, no sé yo...).
Estamos ante una montaña realmente bonita de subir y con una morfología similar a un enorme castillo con perfectos torreones por los que podemos pasear porque son casi planos. Verdaderamente impactante!!

Socavón entre las cimas
Cima



Otra cima


Más cima
Más de cima

Rapelando de una de las cimas al socavón


El grupo en una cima
Para bajar hacemos dos rápeles. Uno uniendo dos cuerdas de 40 metros y otro de 20 metros, ambos de buenas reuniones ya instaladas. Sólo nos queda destrepar la parte final, ya más sencilla.

Primer rápel de bajada



Rápel de 20 metros
Sima 17, todavía con nieve en
su interior.











Cuando llegamos al collado las nieblas que van y vienen engullen poco a poco los mallos de los que bajamos, así que nos ha ido al pelo. Si llegamos a subir desde Canfranc no hubiéramos visto nada, lo que hubiera sido una lástima.
Bajamos por donde hemos subido, parando a comer cuando ya han caído dos veces gotas, y en esta parada nos quedamos ya literalmente helados; hay que ver...ayer casi nos cocemos escalando a las cuatro de la tarde en Panticosa y hoy a las dos estamos con todas las capas y congelados.
Llegando al coche, como suele pasar, surgen nuevos proyectos (como tiene que ser!), uno de ellos que la próxima vez que volvamos por este valle sea para subir el imponente Rigüelo. Ya nos encargaremos las chicas de que esto se lleve a cabo...
Si queréis el track, aquí.