Como teníamos ganas de patear montañas, puesto que últimamente sólo hacemos que andar por agua y parecemos papas arrugás canarias, el domingo, pese a la maratón barranqueísta del sábado, nos acercamos a subir a la Peña Montañesa (2291 m), que hace seis años que no nos perdemos por esta mítica cumbre, pero esta vez escogemos una poco transitada ruta que llevamos en mente hace tiempo: La faixa d'o Toro.
Madrugamos muchísmo para evitar la calorina que se nos iba a venir encima, y qué bien que hicimos...así que a las 6:50 estábamos ya en faena.
Comenzamos caminando por la ruta normal desde el Monasterio de San Beturián. Antes de llegar al mismo, parte la senda muy bien indicada mediante una tablilla. Sobrepasada la cota 1500, y poco antes de llegar al farallón rocoso conocido como A Rallera, encontramos en una piedra escrito en letras rojas "Toro" y una flecha hacia la izquierda.
La senda no es muy evidente pero hay bastantes mojones. Llegamos a un murete de piedra con un paso que debiera ser en su día una valla de ganado, y bajamos un poco por incómoda traza de senda y luego subimos para salvar un paso y volver a bajar, pero esta vez en picado, por tierra resbaliza entre bojes y después por una inestable pedrera en la que hay que tener mucho cuidadín. Cuando dejamos de bajar, torcemos a mano derecha y comenzamos de nuevo a subir sin aliento por otra inestable pedrera que por fin nos deja en la base de la faja, que la muy jodida todavía sigue subiendo.
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A lo lejos el murete de piedra |
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Empinada pedrera de acceso a la faja |
A decir verdad, hasta este punto no nos está agradando demasiado la cosa, y eso que nos conformamos con bien poco...pero en la faja, propiamente dicha, cambia nuestra percepción y todo nos empieza a encantar. Mi dedo comienza a despertar y no puedo parar de echar fotos a cual más maja, vertiginosos cortados que entran y salen nos ofrecen unas vistas más propias de buitres que de humanos.
En el recorrido de la faja encontramos zonas anchas, sin problema alguno, y otras mucho más estrechas y expuestas que, aunque no tienen dificultad, es absolutamente obligatorio que no se nos vaya el pie de la mini senda de la anchura del pie por la que caminamos.
Tras unas dos horas de faja, y en una anchísima canal, encontramos letras rojas que nos indican la subida a la Peña o la Faja Toro volviendo por donde hemos venido. Es decir, que nos vamos para arriba en busca de la senda de la ruta normal para alcanzar la cumbre.
Salimos de la canal exhaustos por el esfuerzo, la sed, el hambre y todo lo que se pueda tener, así que paramos para recomponernos un poco antes de emprender el último repechón del día.
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Canal de salida de la faja |
En la cumbre a las 11:15 se está de cine... manguita corta, exactamente igual que a las 7 de la mañana...qué caló tiene que hacer allá abajo!!
Contemplando las extensas vistas que nos brinda esta montaña, vuela bajo nosotros un helicóptero amarillo, que muy cortés él, decide dar la vuelta para pasar casi rozando nuestras narices y dar un rodeo en la cumbre saludándonos desde las ventanillas. Qué majicos todos vestidos de naranja chillón moviendo las manetas!!!

Para bajar más directos y redondear algo la ruta, seguimos la cresta hacia el sur pasando entre enormes farallones rocosos para llegar a la pradera de la Tuca donde retomaremos la senda de la vía normal de ascenso desde San Beturián.
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Explosión de color durante todo el recorrido |
Lo bueno que tiene madrugar tanto es que el día es muuuuuy largo: comimos en el coche, bañito en el río para relajar las piernas que no sentimos y quedadeta en L'Aínsa a echar un trago con el resto del Termo, que han estado por Montó pisando nieve. Más ya no se puede pedir, día redondo donde los haya, bueno...mejor dicho, fin de semana redondo.
Si queréis el track,
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