A la vuelta no podíamos dejar sin subir el Arlás, puesto que se pasa al lado
, y así también teníamos una panorámica del recorrido realizado, "casi ná".
Lo más sorprendente del Anie es su extensísima zona kárstica, preciosa!, es un rompepiernas constante y hay que tener cuidado porque las grietas y agujeros están a cada paso que das.



No hay comentarios:
Publicar un comentario